3 gigantes mexicanos
que empezaron como pequeñas empresas
CIUDAD DE MÉXICO.- Las ves todos los días, consumes sus productos casi sin pensar, pero ¿sabías que Bimbo, Gruma y Liverpool empezaron como pequeños emprendimientos?
Aquí te presentamos algunos datos del origen de estas compañías que hoy en día son multinacionales que cotizan en el mercado bursátil.
La que es hoy la mayor empresa panificadora del mundo inició en 1945 con 34 colaboradores y una planta instalada en la Ciudad de México.
En ese año, Lorenzo Servitje, Roberto Servitje, Jaime Jorba, Jaime Sendra, José T. Mata y Alfonso Velasco se asociaron para formar una nueva compañía dedicada a la producción industrial de pan. Los primeros pusieron el capital y la experiencia en las ventas y el servicio al cliente, mientras que Velasco aportó el “expertise” con su conocimiento de las maquinarias y los procesos industriales.
El objetivo era optimizar la producción y la distribución del pan, para aprovechar la demanda que ya existía en la capital de México, pero que era mal atendida.
Con este análisis, los fundadores de Bimbo se enfocaron en ofrecer pan de caja fresco, con una envoltura novedosa que permitía ver el producto, y crearon una serie de rutas de distribución para atender de manera eficiente a sus clientes, relató Lorenzo Servitje en el libro “Al Grano”, escrito por la periodista Silvia Cherem.
Además, desde el inicio tomaron en cuenta la importancia no solo del producto, sino de la marca, por lo que arrancaron con 10 camiones pintados con su logotipo y el osito que los caracteriza y con reglas específicas para la vestimenta de los vendedores y las normas básicas de atención a los clientes.
En 1980, la empresa comenzó a cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores y en 1984 se expande internacionalmente, primero a Estados Unidos y después a Centro y Sudamérica, Europa y Asia.
A 72 años de su creación, Bimbo, que inició con solo cuatro productos, cuenta ya con más de 10 mil, 100 marcas y presencia en 22 países, además de más de 130 mil colaboradores.
Esta empresa, que actualmente es líder a nivel mundial en la producción de harina de maíz y tortillas, tuvo su inicio a finales de los años 1940, cuando Roberto González Barrera vio un molino de nixtamal que producía harina para tortillas.
González Barrerra reconoció el potencial de negocio, pues la masa que se obtenía tradicionalmente del maíz nixtamalizado duraba unas pocas horas antes de echarse a perder, mientras que la harina podía almacenarse por más tiempo.
Además, se facilitaba el proceso de producción de tortillas, pues la nixtamalización doméstica tardaba horas, que se sumaban al tiempo necesario para moler el maíz y obtener la masa, mientras que con la harina solo era necesario añadir agua.
En 1948, junto con su padre, González Barrera impulsó la industrialización de la tortilla en el país, con la apertura de Molinos Azteca, en Cerralvo, Nuevo León, que producía 150 toneladas empleando a 45 trabajadores en tres turnos.
Entre los aspectos que hicieron a destacar a la empresa estuvo una constante mejora del producto, para satisfacer los gustos de sus clientes, que querían color, consistencia y sabor en sus tortillas, aunado al desarrollo de tecnología y maquinaria propias para producir las tortillas en establecimientos comerciales de diversos tamaños.
Durante los años 70 comenzó la internacionalización de la empresa, que también dedicó recursos a la profesionalización de sus ejecutivos y, para 1994, llegó el debut en la Bolsa Mexicana de Valores.
Al cierre del tercer trimestre de 2016, es decir, 67 años después de su fundación, Gruma tenía 20 mil empleados y 75 plantas y operaba en Estados Unidos, México, Centroamérica, Europa, Asia y Oceanía. Según datos enviados a la BMV, 73 por ciento de sus ingresos en 2015 provinieron de sus operaciones fuera de México.
Actualmente tienen tiendas en 59 ciudades del país y, tras la compra de Suburbia, su expansión sigue. Pero ¿sabías que esta empresa tuvo sus inicios en un “cajón de ropa”, en el centro de la Ciudad de México en 1847?
Jean Baptiste Ebrard, originario del distrito de Barcelonnette, Francia, fue quien inició este negocio, que en sus inicios era un baúl de madera con textiles y ropa importada desde Europa, específicamente del puerto de Liverpool.
De ese comienzo pasó a ser una tienda en las calles de Capuchinas y San Bernardo, actualmente Avenida 20 de noviembre y Venustiano Carranza, que poco a poco fue añadiendo diversos artículos a la venta, hasta convertirse en una tienda departamental.
Entre las características que distinguieron a la tienda estaba la venta a crédito y la oferta de prendas que seguían de cerca las tendencias de moda y cubría las necesidades de las mujeres de la época de telas finas y vestidos ornamentados.
Según datos del Museo del Objeto del Objeto, los integrantes de la empresa tenían la vista puesta en la modernidad. “El Puerto de Liverpool tradujo y publicó varios folletines que describían las modas sport, inclusive un estudio realizado por la doctora inglesa feminista Arabella Kenealy que demostraba los daños físicos provocados por el uso del corsé; con esta publicación, Liverpool había anticipado la próxima muerte de esta prenda”, explica.
En 1944, se estableció como Sociedad Anónima y para 1965 empezó a cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores.
Al cierre del tercer trimestre de 2016, Liverpool contaba con 118 almacenes, 25 centros comerciales y 116 boutiques, además de 4.2 millones de tarjetas de crédito emitidas, muestra información entregada a la BMV.
Además, en agosto del año pasado acordó con Walmart de México la compra de las 119 tiendas Suburbia, lo que impulsaría su expansión en el país. Aún están a la espera de la autorización de la transacción por parte de la Comisión Federal de Competencia Económica.
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